Javier Solís (Badajoz, 13 de noviembre de 1980) es un matador extremeño que apenas ha contado con oportunidades para expresar el buen toreo que lleva dentro, un toreo que mezcla el sentimiento artístico con el valor. Tras pasar varias temporadas en el banquillo, este diestro pacense espera salir del túnel esta temporada.
- En primer lugar, Javier, ¿cómo te llegó la afición?
No tengo ningún vínculo taurino, la afición en sí no podría decirte cuando me llegó. Veía los los toros con mi madre en la televisión, en casa, en la feria de Badajoz y me llamaban la atención. Me enteré de que había una escuela taurina en la ciudad y me apunté.
- Tuviste una carrera novilleril espectacular, con una temporada 2003 redonda. ¿Qué recuerdas de aquellos años?
Aquello fue algo grande para mí, como un sueño cumplido. Estar en figura de los novilleros, sin costarme dinero... comencé la temporada con 2 novilladas hechas y a raíz del indulto de Olivenza y la sustitución que cogí en Fallas (Valencia), en donde salí a hombros, llegaron novilladas en Madrid, Sevilla... cortando orejas en todas ellas.
- Tomaste la alternativa el día de San Juan de 2004 en "tu plaza" de Badajoz. ¿Cómo fue ese día? ¿Qué palabras te dijo tu padrino de alternativa, Antonio Ferrera?
Un día que para mí pasó demasiado rápido. El cartel sufrió un cambio inesperado, puesto que mi padrino de alternativa iba a ser Ponce, pero sufrió un percance de última hora y en vez de oficiar el acto el diestro valenciano, algo que había soñado desde que empecé en esto, mi padrino acabó siendo Antonio Ferrera, y de testigo Perera. Ferrera me dijo que ésta era una profesión muy dura pero a la vez la más bonita del mundo y que luchara por ella.
- ¿Es duro ver cómo llegas al escalafón de matador de toros y de repente se cierran todas las puertas (Madrid, Sevilla, Valencia) que un año antes habías abierto?
Muy duro. A la vez, el banquillo es algo que te hace madurar como torero y como persona. Te das cuenta de las personas que realmente tienes a tu lado, es una criba de gente que tienes a tu alrededor. Quedan sólo los verdaderos amigos y los que confían plenamente en el torero.
- ¿Cómo concibe Javier Solís el toreo?
Como un modo de vida.
- ¿A qué toreros de la actualidad admiras?
A todos los que se ponen delante de un toro.
- ¿Cómo es Javier Solís en el día a día?
Una persona como otra más, dedicado a una profesión tan dura como es el toreo, tan absorbente. Tienes que dedicarte a ella al cien por cien, las 24 horas del día.
- Afeitados, monoencaste, monotonía en los carteles, imposiciones...; ¿crees que algunas veces tenemos al enemigo en casa?
Totalmente de acuerdo.
- En los tendidos, normalmente, predomina la gente mayor. ¿Qué crees que le hace falta a la Fiesta para atraer a los más jóvenes?
Hacérsela llegar a los sitios que ellos frecuentan, colegios, sitios de actividades... La escuela taurina es un ejemplo de acercamiento a los jóvenes.
- ¿Qué opinas de la situación de la Fiesta en Cataluña?
Para mí es algo que tiene un trasfondo político. Pretenden erradicar todo lo que represente algo nacional.
- Perera, Talavante, Ferrera... infinidad de ganaderos que escogen nuestras tierras para criar al toro; ¿crees que Extremadura pasa por su mejor momento?
Por supuesto, ya estaba tardando Extremadura en ocupar un puesto de mando en el toreo.
- Por último,¿cómo se presenta la temporada 2010?
Jodida, si tengo dificultad para entrar en las ferias de Extremadura imagínate para entrar en las de fuera. Con la mente puesta en mi confirmación de la alternativa en Madrid, ya que no he ido allí aún como matador de toros.
Muchas gracias, Javier y suerte.
Aunque dudo que lo publiquen ... DESMONTANDO MITOS: MITO 1) Del total de la superficie de las dehesas, sólo menos de un 5% está dedicado al presunto ganado de lidia. La verdadera amenaza a este ecosistema viene de la intervención humana en detrimento del arbolado. MITO 2) El hipotético toro de lidia no existe como raza diferenciada. Nunca han sido descritas características morfológicas y/o psicológicas específicas ni transmitidas por herencia... porque no existen. La perpetuación de ambos mitos se debe a la evidente estrategia de buscarle una justificación "ecológica" a la búsqueda de la perpetuación de un pingüe negocio... financiado con subvenciones públicas. Si desaparecieran las corridas no desaparecería ninguna raza (que no existe) ni ningún ecosistema: sólo desaparecería el negocio de algunos.
ResponderEliminarNobleza obliga: ha sido publicado de modo instantáneo. Mejor me hubiera callado el comienzo.
ResponderEliminarlos argumentos prohibicionistas son de una banalidad total. Se dice, por ejemplo, que es un espectáculo que sólo se sostiene por el lucro. Pues claro. O es que hay alguna actividad económica que no esté regida por sus empresarios? O que es la fachada falsa de una virilidad esencialmente cobarde. Esta sí que es buena. El torero cobarde! Yo entiendo, muy bien, que los antitaurinos les cueste sentir empatía por los toreros. Pero ponerse ante una bestia que hace media tonelada, que carga contra ti a cuarenta kilómetros por hora, muy enfadada y con unos cuernos que no cabrían ni por el parabrisas de un 4x4, no señor, eso es cualquier cosa menos cobardía . En nuestro país se alega que la plaza es un reducto de españolismo. Visión optimista! Me gustaría saber cuántos ámbitos catalanes no lo son. De lo que estoy seguro es que la gente que va a los toros lo hace permolts motivos, pero dudo que vayan por la bandera. Finalmente, se afirma que es un espectáculo cruel. Naturalmente que sí. ¿Y qué? Que el toro sufre. Claro que sufre. ¿Y qué?
ResponderEliminarTras este argumento se esconde el fariseismemés nítido de nuestra sociedad. Quieren ver el auténtico dolor animal, una suma astronómica de dolores? Vayan a la industria alimentaria, los mataderos del planeta Tierra. Aquello sí que es obsceno. Cientos de millones de gallinas creciente en un espacio tan reducido que sufren atrofia en las alas; tubos digestivos que no tienen otro objeto que deglutir hormonas. ¿Cuál es la diferencia, pues? Que la muerte del toro es pública. Venga, venga, seamos sinceros: lo que nos repugna no es el dolor del animal; lo que se nos hace insoportable es presenciarlo, saber que existe. Que el Gran Hermano no nos la esconda detrás de una cortina de humo. Y eso sólo tiene un nombre: hipocresía.
La vida es dolor, esfuerzo y esfuerzo de superación. Y en medio, pequeños oasis de alegría. Poco más. Decía el pedagogo Anatole Broyard que antes los niños sólo se esperaba que fueran obedientes, y que hoy los niños lo esperamos todo menos la obediencia. Parafraseándolo, podríamos decir que antes les enseñaban la verdad de la vida, y ahora todo menos la verdad. Los protegemos con una manta insulsa, falsa, que más dolorosa será cuanto más tarden en retirarla. Estaría muy bien que nuestros chavales fueran a los toros. Para que sepan el pan que se da.
El toreo es una de las artes más excelsas que se hayan inventado nunca. Es la fórmula más física de bailar sobre el abismo. Es dolor, esfuerzo y esfuerzo de superación, y encima, a veces, el torero lo hace bonito. En las pocas ocasiones que una buena orquesta acompaña el ejercicio, nuestro espíritu se eleva. Sí, ya lo sé: con este artículo estoy perdiendo amigos. Pero es que esa es la tragedia de los antitaurinos: que el dolor de la bestia se lo eclipsa todo, sólo ven lo que llevan los ojos.
Pero la pregunta es otra: ¿hasta dónde están dispuestos a llegar los animalistas? Cuando reivindican los derechos animales, en el fondo lo que piden es equiparar con los derechos humanos. Hoy en día ya sentenció personas que pegan un gato o un perro. Y los aficionados a los toros, ay. Vae Victis! Quiero recordar que, hasta que se prohíban las corridas de toros son legales. Pero yo mismo, cuando he asistido a alguna, he tenido que entrar escuchado por la policía, entre gente que me grites tratando me criminal, asesino, fascista e incluso terrorista. Nunca un grupo de aficionados a una actividad ha sufrido ataques tan virulentos. Se nos acusa de irracionales, incultos y salvajes. Exactamente como los zulúes del siglo XIX. ¿Tan difícil es ver la trampa? Nos está entrando por la puerta trasera un neopuritanisme falaz, que se infiltra para que se esconde bajo la etiqueta de izquierdas.
No hace mucho tuve discutirlo con una doctora en filosofía. Y para ella no había ninguna duda: la vida es vida, y toda igualmente respetable. "Pero si estuvieras en una casa incendiada -le pregunté- y tuvieras que elegir entre salvar a un niño y un perro, quien escogerías?". Lo piensa, me mira y dice: "No lo sé".
Gran entrevista
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