Tarde interesante en cuanto al ganado en la 13ª de San Isidro. Se han lidiado seis ejemplares del Puerto de San Lorenzo excelentemente presentados y todos, salvo el quinto, alegres, repetidores y nobles.
El Cid no se acopló con el primer toro, un ejemplar con genio y nobleza. Faena fría y llena de enganchones la del diestro de Salteras. El cuarto del Puerto de San Lorenzo, toro de orejas, no encontró en El Cid un aliado fiel y la faena, que fue de más a menos, se quedó en aseada. Ha estado el diestro sevillano más centrado que en tardes anteriores, pero dista mucho la imagen de este matador de la de antaño.
La faena de Sebastián Castella al segundo de la tarde llevaba el sello de la valentía, pero careció en todo momento del cuajo necesario para que la faena llegara a ser redonda. No estuvo fino con la espada y fue prendido de manera muy fea por el ejemplar del Puerto de San Lorenzo. En el quinto, toro protestado por el público, abrevió con la muleta y estuvo espeso con la espada, ¡ay, la maldita espada!
El tercero de la tarde y primero de Rubén Pinar fue noble y soso a partes iguales. El diestro albaceteño no encontró el acople con el toro. En el sexto, toro importante y serio, podríamos decir que el toro estuvo muy por encima del torero. Rubén no encontró el sitio en ningún momento, fuera de cacho siempre, y las intermitencias reinaron en la faena hasta hacer que se perdiera en el olvido.
El Cid no se acopló con el primer toro, un ejemplar con genio y nobleza. Faena fría y llena de enganchones la del diestro de Salteras. El cuarto del Puerto de San Lorenzo, toro de orejas, no encontró en El Cid un aliado fiel y la faena, que fue de más a menos, se quedó en aseada. Ha estado el diestro sevillano más centrado que en tardes anteriores, pero dista mucho la imagen de este matador de la de antaño.
La faena de Sebastián Castella al segundo de la tarde llevaba el sello de la valentía, pero careció en todo momento del cuajo necesario para que la faena llegara a ser redonda. No estuvo fino con la espada y fue prendido de manera muy fea por el ejemplar del Puerto de San Lorenzo. En el quinto, toro protestado por el público, abrevió con la muleta y estuvo espeso con la espada, ¡ay, la maldita espada!
El tercero de la tarde y primero de Rubén Pinar fue noble y soso a partes iguales. El diestro albaceteño no encontró el acople con el toro. En el sexto, toro importante y serio, podríamos decir que el toro estuvo muy por encima del torero. Rubén no encontró el sitio en ningún momento, fuera de cacho siempre, y las intermitencias reinaron en la faena hasta hacer que se perdiera en el olvido.
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